Por: J. Oscar C. Jimenez-Halla
(el autor escuchaba "Carry on" de Kygo al escribir estas líneas)
Cuando recuerdo a mis directores de tesis, ahora más que siempre, esbozo una sonrisa y, de tanto en tanto, reflexiono sobre las palabras que vertieron en mí y que ahora cobran más sentido. La memoria pasa lista a muchas anécdotas, incluso días y noches de arduo trabajo. El camino de tu profesión se vuelve más llano, menos difuminado, cuando buscas en las vivencias de tu historia y algunos sucesos te inspiran, en los que tu director de tesis susurró algunas palabras, en su discurso, de lo que podrías haber elegido como destino.
Mi director de tesis de doctorado es un señor ya en la plenitud de su vida, que ha ostentado varios cargos dentro de su Universidad, y es un científico muy reconocido tanto en su país como en el mundo entero. Junto a otros dos colegas, uno de ellos un profesor emérito, fundó un Instituto de investigación dentro del propio Departamento de Química de su Universidad. No somos ni estamos en el mismo país -aunque si hablamos la misma lengua-, por lo que tenemos diferente cultura y tradiciones. Bueno, su país está dentro de otro país pero esa es otra historia.[1] Aunque, en cuanto a tradiciones, su música, la manera de ser de sus gentes y la lucha por su identidad se parecen mucho a mi tierra, a mis orígenes, a Oaxaca, el estado mexicano donde nací. También su lengua es diferente, como en mi tierra, pero por eso mismo he comprendido mejor a sus habitantes, los aprecio y valoro intensamente. Además de que, en sus tradiciones, ellos tienen muy marcado el verdadero trabajo en equipo y el amor por la naturaleza que aprenden desde pequeños. Pero vuelvo a la personalidad de mi director de tesis. El es un hombre muy entregado a su trabajo, la persona más trabajadora de quienes conocí en toda mi vida y por eso lo admiro y lo estimo mucho.[2] De aquí parte el hecho de que es todo un caballero, un hombre muy maduro como pocos en mi país. Una persona centrada y ecuánime, diplomática y siempre dispuesto a moverse para trabajar. Mi ejemplo a seguir.
Un director de tesis es una persona muy importante en tu vida, incluso más que un tutor. Porque no solo es un coach, quien te da consejos y te anima en malos momentos y, además, te puede dar clases para aprender algo que no sabías de tu carrera. Sino que te muestra un camino -que puedes seguir o no-, resulta ser muy específico para pedirte hacer tareas encaminadas a independizarte y te motiva para llegar a ser como él, incluso a superarlo. Una carrera no dura sólo los años de estancia que pases cerca de él, en su laboratorio, al visitarlo en su oficina o en la Universidad. El lo sabe muy bien: una carrera dura toda la vida. A veces puede molestarse contigo o tú te puedes molestar con él. La verdad es que, en mi experiencia, cuando él te llama la atención y parece molesto, es la manera de darte a entender que como te comportas no es apropiado. Es como si pegara un post-it en ese momento de tu vida para que lo revises tiempo después.[3] Pero cuando te molestas con él, deberías decírselo de alguna manera. Si lo haces y se molesta, quiere decir que él es joven aún y está en proceso de aprender. Porque ahora sé que un director de tesis aprende más de tí que todo el conocimiento teórico/técnico que has aprendido de él. Y si lo haces y no se molesta, seguro te explicará lo que ha sucedido y se resuelve el malentendido.[4] Porque, después de todo, un director de tesis siempre tiene una sonrisa para tí, después de la tormenta, y te hace reflexionar. Claro, eso depende si tú eres muy muy joven y complicas lo sencillo y dejas de ver lo más importante. Te aseguro que un buen director de tesis siempre querrá arreglar las cosas y sanar esa relación, porque le importa de verdad.
¿Te cuento cuál es mi momento favorito con mi director de tesis? Bueno, este es el mismo que cuando estoy con gente muy culta, muy importante y muy generosa. Cuando entras a su oficina (quiero decir, cuando te dedica un tiempo valioso) y te da una clase. No es una clase normal, no sé si ya lo hayas vivido. Es una clase solo para tí, con conocimiento que aún no está en los libros (muy fresco), con anotaciones personales (su visión particular) y su perspectiva del objeto de la charla. Ahí yo he sentido como el tiempo se dilata y se contrae de manera anormal. Incluso él te puede llenar de artículos a leer (la tarea, la sobremesa) y siempre se despide con una sonrisa. Al terminar esa reunión sientes como que lo sabes todo del tema. Como si fueras la o el elegido para continuar esa saga de epopeyas que acabas de escuchar y, sobre todo, con un propósito en tu vida. Si tienes o has tenido un director de tesis así, siéntete afortunada(o).
Y ahora el flujo normal de la vida me ha llevado a mi a ser un director de tesis. ¡Vaya responsabilidad! Uno a veces sueña con llegar a ser el jefe para cambiar varias cosas (se habla de ser más justos, más comprensivos, menos exigentes, y un largo etcétera). De pronto ya estás ahí y, entonces, uno se da cuenta que no era tan fácil como se veía. Porque uno sólo vela por satisfacer sus propias demandas y el sentir de uno es diferente al de los compañeros de grupo. Pero ahora, montado en la silla presidencial, llegan todas las plegarias, las peticiones,[5] y ahora más bien parecen exigencias encarecidas como si a la distancia se presagiara un montín a bordo. Con el paso del tiempo, me doy cuenta que eso mismo le pasa a cualquier autoridad, a cualquier persona que ostente un cargo importante. Así que toca sacar la casta -como se dice coloquialmente en México-, que quiere decir poner cara de serio,[6] sin pasarse, y explicarle al estudiante como atenderemos la situación en su momento (y ahí conectamos con la situación descrita arriba).
Lo primero que hay que tomar en cuenta para ser director de tesis es saber administrar su tiempo. Obviamente esto es más notorio cuando se han aceptado a muchos estudiantes a formar parte de tu grupo de investigación. Y, tal cual pasa cuando eres jefe pero de familia, saber que mientras más "bocas" haya, se necesita de un mayor presupuesto para apoyarles lo justo y lo necesario. Algunos directores de tesis piensan que es deber del estudiante poner una parte, o toda, del presupuesto, para costearse sus propias experiencias. Yo estoy en desacuerdo porque a mi no me educaron así (en aquél país donde se dice moltes gràcies para agradecer). Para mi ésto es como ser contratado por una empresa y que me digan que, con mi sueldo, se espera que yo me compre mis propios viáticos, mi pasaje y todo tipo de inversión para poder trabajar y dar resultados. Pero me estoy desvirtuando de mi objetivo, querido Lector. Volviendo al punto, también es importante que el director de tesis visualice el camino que pondrá a recorrer al pupilo. Es muy bueno tener experiencia en el campo de investigación sobre el que se planteará un o unos objetivos de investigación.[7] Porque un buen director de tesis busca, además de inspirar, motivar a sus estudiantes y pasarles su conocimiento (de generación en generación, como debe ser) a través de un nuevo reto que, previo consenso con el estudiante, se desarrollará de acuerdo a un plan o protocolo de investigación[8] que se estableció en un principio. Y como esto, hay muchos otros detalles que cuidar, como el tiempo planeado para terminar unos objetivos que te conduzcan a escribir el resultado de tus investigaciones en un documento llamado Tesis, y demás.
Lo importante es que esta nueva aventura, esta nueva relación que comienza, llámese "director de tesis - estudiante tesista", sea algo placentero, que haya ese traspaso real de conocimiento, que haya anécdotas, sana convivencia, que uno sea algo importante en la vida profesional del otro (recíprocamente), que deje huella. En mi caso, como director de tesis, me doy cuenta que todo este perfil que llevo describiendo es similar -no igual del todo- con el de educar a un hijo. Es decir, hablo de ser un papá académico.[9] Que se preocupa por sus estudiantes, vela por los intereses de ellos, es generoso pero también firme y ejerce su autoridad cuando debe hacerlo. Y, sobre todo, da un buen ejemplo, como persona y como profesional. Esto no siempre es entendido por los estudiantes -algunos un poco más que otros- quienes verán desde su propia óptica lo que se debe hacer (sin perspectivas, pura y llanamente por falta de experiencia) y juzgarán sus actos. Así ha sido siempre. Es una relación humana. Tenemos que ser comprensivas ambas partes y saber dominar las emociones, sobre todo el orgullo, para que cada parte ceda lo que deba ceder. Y, más de lo mismo, que no se dañe la confianza entre ambos, que es el porcentaje más alto que compone el sentimiento llamado amor (como el nitrógeno lo es al aire).
Quizá el mayor reto de un director de tesis pudiese ser darse cuenta cuando los hijos académicos se van haciendo mayores y se independizan. Tal vez porque es un excelente estudiante, que ha contribuido en gran medida al desarrollo de la ciencia en el grupo. O porque nos sentimos con autoridad para gobernar, en menor medida, sobre ellos y sus grupos, sintiendo que aún les hace falta algo en su formación, que es experiencia y nosotros aún podemos proporcionarla. Pero eso es miedo cultural en mi opinión.[10] Y debemos prepararnos para algo que para mí es muy significativo y es el punto central de este Ensayo: la posibilidad de que alguno o algunos de nuestros estudiantes nos supere, sea en vida o después de nosotros. Porque para mí, sin importar los reconocimientos que pueda llegar a tener y los premios que vienen en esta carrera, el más significativo de todos es cuando tenga profesionistas sobresalientes que yo haya formado. Como dije, buscamos pasar la estafeta en nuestro linaje para trascender y perpetuar nuestra línea de conocimiento. Y todo ésto se basa en comunicación y respeto. Orgullosamente puedo decir que mi padre académico es un gran hombre que me ha educado a pensar así. Jamás me enojaré realmente con mis estudiantes, ni lo tomaré personal sea cual fuere la experiencia vivida, porque si algo me ha enseñado la vida en éstas cuatro décadas es que la vida es la que realmente cobra (enseña) los errores (enseñanzas) de cada quien. Si eres joven, tienes tiempo para ver reflejado el daño que haces en tu futuro trabajo, en tus futuros hijos, en tu futuro (karma) y reflexionar y aprender de ello. Si ya eres mayor, sabes perfectamente que la vida no fue diseñada para estar odiando, tomar revancha y pelear, pues el tiempo que tenemos para disfrutarla es poco. Debemos amar, cooperar entre todos para evolucionar como comunidad, como país y como planeta. Y todo comienza, en el plano científico, dando honor y respeto a mi señor padre académico y que, a su vez, yo como director de tesis, tenga confianza cuando pase la estafeta a mi siguiente generación.
NOTAS VARIAS
1. Nótese que me acostumbré a ver una organización dentro de otra y que lo mejor es que debe haber independencia y respeto para colaborar y sumar.
2 .Estimar es amar en su lengua. Ya tu sabe'!
3. Tiempo después quiere decir en otro momento de tu vida.
4. No dudo que, en algunos casos, debido a que un director de tesis no fue bien educado en su experiencia como estudiante (malos ejemplos que también se pasan de generación en generación), el estudiante que le reprocha tenga razón en lo que reclama. No fue mi caso con mi director de tesis.
5. Los callados son los peores.
6. El estudiante no debe ver cara de serio sino de molesto.
7. También sujeto a discusión porque habrá quienes argumenten que para que se conoce el camino a seguir por parte del estudiante si eso es como pedirle que vuelva a recorrer la misma senda sin sentido y utilidad.
8. Se le dice anteproyecto de tesis en México.
9. Anotado aquí solo para recalcar, ser más claros: un papá académico no tiene nada que ver con el papel de un papá, sea biológico o no, dentro de una familia. Lo que si, uso la palabra padre porque la gente adulta sabe que no es lo mismo que la palabra amigo. De esta última quiero alejar el concepto que quiero dar a entender.
10. Miedo cultural es aquel que nos provocan otros, por los usos y costumbres o por diferentes ideologías entre individuos.
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